martes, 30 de septiembre de 2014

LA TÉCNICA ALEXANDER EN LA SALUD


En esta entrada quiero tratar el efecto de la Técnica Alexander en lo tocante a la cuestión de la salud. Cada vez son más los estudios que demuestran la efectividad de la Técnica Alexander en diversos problemas de salud. Las dolencias en las que la Técnica alcanza una mayor eficacia serían
lesiones musculoesqueléticas, procesos de dolor, trastornos de la voz, problemas respiratorios, trastornos del equilibrio, afecciones nerviosas, problemas digestivos... La lista es larga por una razón: la Técnica Alexander trata el organismo como un todo, por ello "nada de lo humano le es ajeno"... Es decir, que siendo el objetivo de la Técnica la reeducación del uso que hacemos de todo nuestro ser psico-físico, es lógico que sus efectos sean visibles en un vasto rango de problemas de salud, pues el mal uso que hacemos de nosotros mismos causa problemas a todos los niveles, problemas que pueden ser revertidos precisamente mejorando el tal uso.

¿Y cómo afecta a nuestra salud el mal uso? Uno de los principales descubrimientos de F.M. Alexander fue que el uso afecta al funcionamiento, y aunque es algo de sentido común, aún no existe una conciencia clara de esta realidad. Todos damos por hecho que si usamos mal nuestro coche, nuestro computador o nuestro teléfono terminarán funcionando mal (a nadie se le ocurre acelerar con el freno de mano puesto o apagar el computador desenchufándolo directamente), pero, por algún extraño motivo, confiamos en que podemos maltratar nuestro cuerpo impunemente. Desgraciadamente no es así, y en cierto modo es de sentido común. 


¿Y en qué consiste tal mal uso? Llamamos mal uso a las tensiones neuro-musculares indebidas y excesivas que ejercemos de forma inconsciente. Las tensiones provocan acortamiento muscular (pues un músculo solo trabaja acortándose). El acortamiento provoca la compresión de toda la estructura orgánica. Esta compresión
Impacto de la postura en la estructura orgánica
provoca el mal funcionamiento. Porque veamos: ¿podemos esperar que la compresión muscular sobre los nervios y articulaciones no termine causando dolor y desgaste? 
¿Podemos esperar que la compresión muscular sobre venas y arterias no dificulte su circulación a través de ellas aumentando la presión arterial?  ¿Podemos esperar que la compresión muscular sobre la caja torácica no limite la expansión necesaria de ésta para una correcta respiración? ¿Podemos esperar que la compresión muscular sobre la laringe no afecte a la calidad de la voz? ¿Podemos esperar que la compresión muscular sobre estómago e intestinos no afecte a nuestra correcta digestión? Ciertamente sería iluso esperar que toda esa compresión de todos los mecanismos no afectara a su correcto funcionamiento, pero, como decíamos, es esta una creencia común.

¿Y cuál es el mecanismo a través del cual  la Técnica Alexander ejerce su efecto terapéutico? Hemos de enfatizar que lo hace de un modo indirecto, no yendo directamente a los síntomas o zona afectada, sino reeducando el uso general que hacemos de nuestro organismo, para evitar precisamente esas compresiones que ocasionan el mal funcionamiento de los sistemas mencionados. Es decir, todo problema provocado por nuestro propio mal uso, se ve revertido cuando actuamos sobre la causa -ese mal uso-. Esta es la diferencia fundamental entre la Técnica Alexander y las terapias tradicionales: estas últimas tienden a lidiar con los síntomas a través de procesos paliativos como medicamentos, masajes o intervenciones quirúrgicas. Y, en efecto, los síntomas son aliviados pasajeramente, mas suelen ser recurrentes, pues no se actúa sobre el mal uso que los provoca.  En cambio, la Técnica Alexander no trata el síntoma, sino que erradica la causa, la raíz de estos problemas, consiguiendo de esta manera la erradicación definitiva de los síntomas, siempre que estos tuvieran su raíz en el mal uso.

Desde el mundo de la Técnica Alexander siempre se insiste en que la Técnica es una reeducación, no una terapia, aunque tenga potentes efectos terapéuticos. La razón de esta posición es que definir la Técnica como una terapia sería mutilarla hasta quedar totalmente desfigurada, pues ciertamente de lo que se trata el trabajo es de (re)aprender el buen uso del organismo como un todo. Sin embargo, hay que reconocer que esta postura se ha llevado quizás hasta un punto absurdo, pues existe cierta paranoia que promueve el veto absoluto de la palabra "terapia" o "tratamiento". Pero aun siendo cierto que no es estrictamente una terapia de corte tradicional ¡el propio Alexander se refirió a ella como "tratamiento"! Por lo tanto sería aconsejable que desde dentro del mundo de la Técnica se tratara este asunto con menos dramatismo.

Creo que sería aportar algo de cordura a la discusión aceptar que la Técnica Alexander es tan amplia en sus aplicaciones que puede funcionar perfectamente tanto como terapia como reeducación. Aunque en realidad ambos aspectos siempre van entrelazados: la Técnica educa curando y cura educando. A menudo lo que se pretende poner de manifiesto alegando que la Técnica no es una terapia es que, a diferencia de estas, no trata los síntomas, sino las causas. Esto es muy cierto, pero no invalidaría la posible definición de la Técnica Alexander como tratamiento, sino que la incluiría dentro de la categoría de las "terapias causales", por contraposición a las "terapias sintomáticas". 

En cuanto a su implantación en el ámbito de la salud hay que decir que éste es más notable sobre todo en países de ámbito anglosajón. En Australia y el Reino Unido numerosas compañías aseguradoras ya incluyen la Técnica Alexander dentro de sus servicios. El sistema nacional británico de salud (NHS) también la ha incorporado dentro de sus tratamientos. En Estados Unidos los seguros no cubren la Técnica Alexander porque sus asociaciones de profesores se han negado voluntariamente a que la Técnica Alexander sea licenciada por el Estado (requisito legal para que pudiera estar cubierta por los seguros médicos) debido a la pérdida de autonomía e ingerencia estatal que ello supondría, pero cada vez es más demandada por pacientes con diversos problemas. 

Por lo tanto, como conclusión, diremos que la Técnica Alexander es una potente herramienta en el mundo de la salud que cada vez es más tenida en cuenta dentro de los estamentos médicos. Siendo su característica principal el no tratar los síntomas directamente, sino el uso general que hacemos de nosotros mismos, actuando así indirectamente sobre las causas que pueden causar la sintomatología presentada.

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